Mi Bosque Pequeño
Tengo ganas de viajar. Salir de la ciudad. Respirar otro aire, mas limpio.
Tengo nostalgia del mar, de la arena, del viento limpio, del campo, del bosque...todo eso es Pichilemu.
Quiero ir a Pichilemu.
Mi Pichilemu...tan lleno de historias que son parte de mi vida.
Segun me cuentan, la primera vez que fui, en el verano de 1977 , estaba en la guatita de mi mamá. Aún no había casa. Tuvieron que ir en carpas. Luego comenzó la construcción de la cabaña, que estuvo a cargo de abuelos, tíos, primos, cuñados o cualquier familiar que se ofreciese. El tata Juan daba las oredenes. Si era necesario había que caminar casi dos kilómetros hasta el pueblo , a cepillar un palo. Todo debía ser perfecto.
Llegar allá era una odisea. Viajábamos en tren. Salíamos a las 8 de mañana y demorábamos casi seis horas. Y allí en la estación nos esperaban las "cabritas"(carretas tiradas por caballos), que nos llevaban hasta la casa, donde nos esperaban los veraneantes anteriores, con todo su equipaje listo para partir a la estación.
Era tradición esperar a los que llegaban con almuerzo: porotos granados.
Y así comenzaban cada año las vacaciones, con primos, tíos, a veces vecinos.
Cada día visitábamos una playa diferente: Infiernillo, Las Terrazas, Playa Hermosa, Punta de Lobos o Cahuil.
No teníamos luz, por lo que con frecuencia subíamos al cerro a buscar leña y hacer las interminables fogatas, tratando de sintonizar la radio a pilas o buscando satélites en el cielo estrellado.
Otro ritual, era caminar cada tarde al pueblo, por el bosque. Recuerdo especialmente, caminar de la mano con mi papá, cantando las canciones que solo los dos sabíamos, por que solo los dos éramos Scout.
En el pueblo comíamos papas fritas, churros, cabritas o cualquier cosa rica que ofrecían en calle Ortúzar.
Tuve cientos de amigos y cuando era mas grande, unos cuantos amores de verano. Muchas veces se iniciaban uno o dos días antes que alguno volviera a su ciudad, quedando un corazón roto.
Todos los años era lo mismo, cada ritual, cada actividad, pero al mismo tiempo cada año era distinto.
Los niños crecimos y comenzaron los viajes con amigos.
Como el del año 96, cuando viaje con mis compañeras de la Universidad y mi prima. Eran Fiestas patrias. No vimos fondas, ni desfiles, ni nada parecido. Solo vimos la noche, las discos y como buenas patriotas brindamos con tequila. Corríamos a la playa a las tres de la mañana en pijama, con la olla con arreglado y la Cifu cayéndose al saltar la reja, y la Mari, haciéndose pipi de tanto reir.
Alla también conocí al amor de mi vida. Ese mismo año, en ese mismo viaje.Me enamore de mi "chiquitito de ojos lindos" y nunca mas nos separamos.
Pasamos juntos el verano siguiente. Pero acompañado de muchos amigos más: Alejandra, Maria Aída, Ximena, Claudia, Andrés, Osvaldo, Víctor, Christian, pololos de amigas, amigos de amigas, amigos de amigos de amigas....a veces personajes que jamás habíamos visto. Escuchando todo el tiempo Vasos Vacíos de los Fabulosos Cadillacs. En la madrugada cocinábamos ollas de sopa, para todos los huéspedes. Y en muchas ocasiones termine durmiendo en otras casas por que en la mía no habían camas disponibles.
Que recuerdos....ahora disfruto con mi familia.
La casa se mantiene apenas. Ya no esta el tata Juan para que todo marche en orden. Pero en la conciencia de cada uno se sabe que debemos cuidarla y que NO se va a vender. Por que en esa casa están nuestros recuerdos, esta la imagen del Tata y esta el esfuerzo de la familia.
Gracias Alejandra por ayudarme a recordar momentos tan lindos y en muchos estuviste tú
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