lunes, 24 de septiembre de 2007
De vuelta a la rutina, después de una semana de vacaciones.
Todo salió de maravillas, a pesar de que no pudimos viajar a Pichilemu, no nos faltó panorama ningún día.
Las celebraciones de Fiestas Patrias comenzaron con el baile del Benja. Estuvo espectacular, si hasta de chascarro se fue mi enano, pobrecito, causó risas entre los espectadores, pero él como todo un artista siguió con su acto. Las ventas del stand estuvieron buenisimas y en un ratito ya estaba todo vendido. Termine muerta, pero quede con una gran satisfacción de haber visto a mi hijo bailar y de haber aportado con un granito de arena para mejorar el jardín.
Los días siguientes fueron de cumpleaños, paseos, fondas, asados....todo en familia. Me reencontré con familiares que no veía hace muchos años.
Pero la gran novedad la vivimos el día 19. Como familia, tenemos la costumbre, cuando estamos en Santiago, de ir por la mañana a la Alameda a ver desfilar a los marinos (esta tradición existe desde que mi mama era niña, de hecho sin programarnos ni nada todos los años llegan a la misma esquina varios familiares). Este año repetimos el panorama, pero con una diferencia. Dentro de las compañías de la Escuela Naval iba un familiar nuestro, mi primo Gonzalo.
Lo vimos desfilar llenos de orgullo. Pero la cosa no acabo ahí. Lo seguimos hasta el colegio donde descansaban. Compartimos con el una rato. Fuimos a almorzar y por la tarde. el Dani y yo partimos a verlo nuevamente a la salida del parque O'Higgins, después de la Parada Militar. Lo acompañamos otra vez hasta el colegio, estuvimos junto él nuevamente y después partimos rumbo a Las Condes a verlo nuevamente desfilar, terminando el día con un show pirotécnico maravilloso.
Finalmente terminamos agotados, pero con a alegría y satisfacción de haber acompañado a Goshaito Maino. Entre tanta espera, con mis primas nos dedicamos a hacer una evaluación de como lucían la retaguardia los marinos con sus albos e impecables pantalones....jajajaja.
Hacia muchos años que no disfrutaba tanto del 18 acá en Santiago, aunque volviendo poco a poco a la calma y a la realidad, comienzan a reaparecer todos las penas, las rabias y los temores.
Todo salió de maravillas, a pesar de que no pudimos viajar a Pichilemu, no nos faltó panorama ningún día.
Las celebraciones de Fiestas Patrias comenzaron con el baile del Benja. Estuvo espectacular, si hasta de chascarro se fue mi enano, pobrecito, causó risas entre los espectadores, pero él como todo un artista siguió con su acto. Las ventas del stand estuvieron buenisimas y en un ratito ya estaba todo vendido. Termine muerta, pero quede con una gran satisfacción de haber visto a mi hijo bailar y de haber aportado con un granito de arena para mejorar el jardín.
Los días siguientes fueron de cumpleaños, paseos, fondas, asados....todo en familia. Me reencontré con familiares que no veía hace muchos años.
Pero la gran novedad la vivimos el día 19. Como familia, tenemos la costumbre, cuando estamos en Santiago, de ir por la mañana a la Alameda a ver desfilar a los marinos (esta tradición existe desde que mi mama era niña, de hecho sin programarnos ni nada todos los años llegan a la misma esquina varios familiares). Este año repetimos el panorama, pero con una diferencia. Dentro de las compañías de la Escuela Naval iba un familiar nuestro, mi primo Gonzalo.
Lo vimos desfilar llenos de orgullo. Pero la cosa no acabo ahí. Lo seguimos hasta el colegio donde descansaban. Compartimos con el una rato. Fuimos a almorzar y por la tarde. el Dani y yo partimos a verlo nuevamente a la salida del parque O'Higgins, después de la Parada Militar. Lo acompañamos otra vez hasta el colegio, estuvimos junto él nuevamente y después partimos rumbo a Las Condes a verlo nuevamente desfilar, terminando el día con un show pirotécnico maravilloso.
Finalmente terminamos agotados, pero con a alegría y satisfacción de haber acompañado a Goshaito Maino. Entre tanta espera, con mis primas nos dedicamos a hacer una evaluación de como lucían la retaguardia los marinos con sus albos e impecables pantalones....jajajaja.
Hacia muchos años que no disfrutaba tanto del 18 acá en Santiago, aunque volviendo poco a poco a la calma y a la realidad, comienzan a reaparecer todos las penas, las rabias y los temores.